Hasta antes de obtener el Premio Nobel, Ishiguro era para mí sólo un nombre de la cantidad de escritores ingleses, pero sirvió para darme cuenta que había nacido en Nagasaki y a los seis años lo llevaron a Inglaterra; que había escrito muchos libros y que era uno de los “vivos” más trascendentes.
Mi primer encuentro con su obra es «El gigante enterrado» y debo decir que me parece una escritura muy bien estructurada, que no da pie al error y que no pierde el tiempo en el detalle de la descripción. Que cuenta una historia que no es común en nuestros días: Inglaterra en la Edad Media. Del paso de los romanos por la isla sólo quedan ruinas, y Arturo y Merlín son leyendas del pasado. Sumando el viaje iniciático, la fábula y la épica, Kazuo Ishiguro construye una bella narración que indaga en la memoria y el olvido acaso necesario, en los fantasmas del pasado, en el odio, la sangre y la traición con los que se forjan las patrias y a veces la paz.
Pero no es tan frío ni distante de las emociones humanas, también habla del amor perdurable, de la vejez y de la muerte. Una novela ambientada en un pasado remoto y legendario que vuelve sobre los grandes y eternos temas que inquietan a los seres humanos. No hay lectura obligatoria, pero seguro es un autor que no se debe dejar pasar y tenerle paciencia porque, como en las grandes obras, siempre hay una buena recompensa.
«El gigante enterrado»
Kazuo Ishiguro
Traducción de Mauricio Bach
Editorial Anagrama, 2016, 364 pp.